‘La Mesías’: Los Javis triunfan con una epifanía en el mundo audiovisual
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La Mesías, la nueva ficción en la que Los Javis (Javier Calvo y Javier Ambrossi) han mezclado terror y fe para crear una serie perfecta, se ha estrenado este miércoles en Movistar+. Una maravilla magistralmente realizada, contada e interpretada que habla- en tono muy seco, oscuro y cotidiano- del trauma, el abandono y la religión. Lo mejor es que no existe manipulación ideológica alguna. Los directores de La llamada vuelven a dejar claro su respeto a la libertad de credo y reivindican, como en todas sus obras, el derecho de ser quien eres.
El tiempo es oro
Las series de los Javis deben ser caras. En el audiovisual, el dinero significa tiempo; tiempo para escribir, para ensayar, para preparar y estudiar cada escena; tiempo para volver a rodar algo que no convence; tiempo para grabar horas y horas y después eternizarse en la sala de montaje. Ese es el verdadero lujo.
Pop cristiano, extraterrestres y esas cosas del querer
Un grupo de hermanas que cantan a dios para salvar al mundo y que se hacen virales; una madre manipuladora y devastada que destroza a los demás para sobrevivir; un grupo de abducidos por alienígenas; traumas infantiles; demonios, música noventera y muchas redes sociales. No es la nueva temporada de American Horror Story (bien podría serlo), es la coronación de los Javis como maestros narradores del audiovisual nacional.
Lo mejor es entrar a La Mesías sin saber mucho, sólo advertir que su locura nunca es marciana (aunque pululen ovnis por ahí), que la realidad, lo cotidiano y lo local nunca se pierden de vista. Esa es una de las grandezas de la serie. Por ejemplo: Ana Rujas, Lola Dueñas y Carmen Machi interpretan al mismo personaje en distintas épocas. ¿Se parecen en algo estas tres actrices? En nada. ¿Te crees que son la misma persona? Absolutamente. Igual que normalizamos y aplaudimos que un actor (Brays Efe) fuese una mujer de 50 años en Paquita Salas, aquí Los Javis vuelven a ser auténticos hipnotizadores. Uno se lo traga todo con gusto y placer.
Habla del abandono, de quienes cambian su familia natural por otra, pero arrastran ese dolor de no haberse sentido queridos de manera incondicional por nadie. Habla de la necesidad del ser humano de creer en lo que sea. La fe define nuestra especie tanto como el raciocinio, es la necesidad de dar sentido al caos. También se aborda el pasado como una referencia engañosa, los recuerdos como amigos poco fiables por culpa de la imaginación. Otro tema importante es el de arte y la cultura como salvavidas y también como excusa para la tortura.
Ambrossi y Calvo tienen un increíble banco cultural y componen un rock de referencias tan opuestas como acertadas. Vamos, desde Almodóvar (ese toque de humor local que rebaja cualquier tragedia) y Carla Simón (por el naturalismo) a Cronenberg o Paco Plaza. Se reconocen en La Mesías los toques mágicos de Hirokazu Koreeda (las escenas íntimas con los niños recuerdan poderosamente a las de Nadie sabe) o de Olivier Assayas (el paisaje de arranque evoca a Viaje a Sils María aunque también hay mucho de la mezcla de géneros de Personal Shopper). Y como decía Tarantino: «Yo copio todo lo que veo. El truco es mezclarlo bien». Eso les pasa a los Javis, eso es la creatividad.
Un casting para recordar
No se puede hablar de La Mesías sin mencionar a su reparto. ¡Qué prodigio de casting! Desde los extras y secundarios hasta los principales, están todos perfectos. Es curioso que en una serie en la que el protagonista es un hombre (espléndido Roger Casamajor) sean ellas las que brillen. Lo de Ana Rujas, Lola Dueñas y Carmen Machi es, directamente, para que se estudie en escuelas de interpretación. Pero también es destacable el trabajo de Macarena García en un papel tan alejado a su imagen, tan parco, difícil y duro. Un reto mayúsculo para la actriz, sobre todo si se sabe que su hermano (Ambrossi) la dirige y que ha volcado mucho de su relación en la historia.
La Mesías es una serie cruda, que se cuece poco a poco. No esperemos giros insospechados desde el comienzo. Hay pausa, pero mucho ritmo, nunca aburre. Si hay fases de meseta en las que parece que no pasa gran cosa, el espectador sigue enganchado sólo por cómo se rueda lo que está viendo. En definitiva, La Mesías no es la serie del año, es una epifanía dentro de la industria audiovisual.